Ayer pude observar una encarnada disputa, a través del Twitter, entre @guardiolato y @_futbolero_ acerca de la decisión del BarÇa de presentar una queja ante la UEFA por el arbirobo de Stark. Para empezar hay que aclarar, ya que parece que algunos de la capital no lo tienen claro, que el Barcelona no se ha quejado del escandaloso fuera de juego en el gol de Ibrahimovic, ni del hecho de que este jugador jugase cuando no debería de haber jugado. No, de lo que se queja nuestro equipo es del desconocimiento del reglamento del árbitro en cuestión. Algo que pronto han aprovechado los madridistas de turno para recordar que fue Stark quien expulsó a Pepe por su brutal entrada sobre Dani Alves. Una cosa que no tiene nada que ver con la otra, pero ya como el río pasa por Pisuerga, pues…
Como decía, aunque el SPORT muestra una encuesta donde el 91% está a favor de la queja del Barcelona, en el Twitter @Guardiolato defendía que el Barcelona tenía que hablar siempre sobre el campo y olvidarse de protestas en los despachos y en los medios. Enfrente estaba @_Futbolero_ que pedía a todos los culés que saliesen con el cuchillo entre los dientes para defender al Barcelona, que estaba siendo ultrajado en esta edición de la Champions. Y entonces es cuando habló de los “culofinos” como calificativo de los barcelonistas que no quieren polémicas y solamente aspiran a ganar sobre el terreno de juego. Y yo en ese momento aunque me di por aludido, también reflexioné. ¿Es necesario que el Barcelona se defienda fuera del terreno de juego ante una situación que podría considerarse como conflictiva y turbulenta para nuestros intereses? Sí y no, compleja decisión.
En primer lugar aposté por el NO porque era munición que se le daba al madridismo para comparar las estupideces y chorradas que lleva 3 años diciendo Mourinho y su monaguillo, con las quejas puntuales y siempre educadas del Barcelona en esta ocasión. A Freixa le faltó pedirle perdón a la UEFA por llamar. Pero es evidente que en esto de la comunicación, cuando por medio están las pasiones del fútbol, se deja de lado el análisis sereno y se acaba por llevar el agua a nuestro molino sin importarnos la claridad o suciedad de dicha agua.
También aposté por el NO porque independientemente de los azares del fútbol, o más bien de los árbitros, pienso que la única manera de superar situaciones injustas es siempre marcar un gol más que el contrario. El Inter de Mourinho también nos robó una final, pero aquí la gente solamente se acuerda de Ovrebó, en la vuelta de la semifinal contra el Chelsea. Que en la ida no hubiesen pitado un penalty claro sobre Henry, ¿quién se acuerda de eso?. Sea como sea, en este sentido, de nada sirvieron las quejas amargas por el arbitraje luso del 3-1 frente al Inter porque en nada cambió la historia. ¿Cuál fue la mejor respuesta? Ganar la champions al año siguiente, eliminando al Madrid en semifinales, y disfrutando del Mourinho más desquiciado que nunca: en el mismo año Pep le sometía a la mayor humillación de su historia (5-0) y luego le priva de la final de la Champions. La copa del Rey, según pareció, no le sirvió para equilibrar su potasio.
Pero seguí pensando y comprendí que a lo mejor SÍ teníamos que defendernos ante unos hechos contrastados y objetivos. No solamente nos perjudicaron en Milán, algo que quedó eclipsado por el horroroso partido del equipo, sino que nos privaron en París de una victoria que habría sido justa y merecida. ¿Se ha quejado, entonces, el Barcelona de una manera descarada, sin razón y arrabalera? Ni mucho menos, pero ya ha sentado las bases para que algunos nos recuerden eso de “no hablamos de los árbitros” y los valores culés, que solamente hablan de ellos cuando les conviene.
De lo que no cabe duda es que el ruido mediático perjudica al equipo. Y eso lo tengo claro. Primero porque el sábado tenemos un partido frente al Mallorca, en el Camp Nou, que es imprescindible ganar. Como desde hace semanas me sigue dando la sensación de que la Liga ya no existe. Segundo, porque la lesión de Messi debe seguir su cauce normal y el BarÇa debe estar preparado para pasar a semifinales de la CHL sin Leo. Y, tercero, porque entre tanto ruido llega el PSG al Estadi sin nada que perder y dispuestos a dar la sorpresa del año, porque para ellos eliminar al Barcelona sería casi como ganar la Champions.
En definitiva, mi opinión, y sólo mía, es que el Barcelona tendría que haber esperado al final de la competición para elevar una queja ante la UEFA y no interferir así en la trayectoria deportiva. Una vez perdido o ganada la Champions, el Barcelona podría formalizar sus impresiones de sucesos pasados para que no se repitieran, y habría sido la opción más elegante. Será que, al final, yo también soy un “culofino”.
A todo esto aparece Valdés elogiando la Premier mientras Tito y Rosell siguen de rodillas pidiéndole que se quede. Y así vamos.